Elmer Gantry by Sinclair Lewis

Elmer Gantry by Sinclair Lewis

autor:Sinclair Lewis [Lewis, Sinclair]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1927-04-21T05:00:00+00:00


CAPÍTULO XV

I

No fue su elocuencia, sino sus curaciones de enfermos lo que elevó a Sharon a tal altura que prometía ser la más célebre evangelista de América. La gente estaba harta de elocuencia, y el oficio de los evangelistas quedó restringido, porque hasta los más ardientes no podían ser malvados más que cuatro veces. En cambio, podían ser curados constantemente y de la misma enfermedad.

Las curaciones fueron más tarde la principal ocupación de muchos evangelistas; pero en el año 1910 era ejercitada principalmente por los miembros de la Iglesia Cristiana y los Nuevos Pensadores. Sharon llegó a ello por casualidad. Había ofrecido con regularidad rezos por los enfermos, pero más bien distraídamente. Cuando Élmer y ella llevaban juntos, un año, trajo un hombre a una reunión en Schenectady a su esposa, que era sorda, y rogó a Sharon que la curase. A Sharon le hizo gracia y mandó por aceite (la trajeron aceite de escopeta, pero ella lo consagró adecuadamente) para mojar los oídos de la mujer y rezó fervorosamente por su curación.

La mujer gritó:

—¡Gloria a Dios! ¡He recobrado mi oído!

Hubo revuelo en el templo, y todo el mundo deseaba que le curasen de algún mal que le afligía. Elmer llevó a la sorda curada aparte y la preguntó su nombre para los periódicos. Es verdad que ella no le podía oír, pero él la escribió sus preguntas, ella escribió las contestaciones y así obtuvo una excelente historia para los periódicos y una nueva idea para su labor sagrada.

—¿Por qué no hacemos un oficio de la curación? —insinuó Elmer a Sharon.

—No sé si tengo talento para ello —observó ella.

—¡Desde luego, lo tienes! ¿No eres tú psicóloga? ¡Claro que sí!, y ¡Hazlo! Nosotros podíamos montar unos servicios de curación.’ Apuesto que el número de adictos batiría todos los records, y vamos a tener otra manera de tratar con los Comités locales, y así ganaremos lo nuestro, aparte de la colecta del último día.

—Bien; lo podemos intentar. Desde luego, el Señor debe de haberme adornado con dones especiales. Toda alabanza sea para Él. Vamos a entrar aquí a tomar un helado con soda; me encanta el de plátano. Espero que nadie me verá; me siento esta noche como si estuviera bailando. Vamos a hablar otra vez sobre la posibilidad de las curaciones; en el momento de llegar a casa tomaré un baño caliente con mucha sal, mucha, mucha, mucha.

El éxito fue enorme.

Sharon chocó con muchos pastores protestantes por sus curaciones divinas; pero ganó a todos los lectores de los libros sobre el tema «Querer es poder». Y sus continuos milagros fueron descritos en los periódicos. Algunos de sus clientes continuaban curados, o por lo menos así se publicó.

Ella susurró al oído de Elmer:

—¿Sabes? Es posible que haya realmente algo de verdad en esas curaciones. Aquel hombre la noche pasada, ese paralítico, se sintió mucho mejor.

Ahora adornaban el altar con muletas y bastones, todos dados por agradecidos clientes, con excepción de los que Elmer había tenido que comprar al principio para hacer la exhibición más atrayente.



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